Alemania, un país que no tuvo una burbuja inmobiliaria y cuyos consumidores no se sobreendeudaron, se está convirtiendo en una de las mayores víctimas de la crisis mundial.
Datos oficiales divulgados ayer muestran que la cuarta economía del mundo se contrajo 0,5% en el tercer trimestre, una tasa mayor de lo esperado, después de un crecimiento negativo de 0,4% en el segundo. Los pedidos industriales están en caída libre y las encuestas a las empresas indican que los problemas solo comienzan: Alemania enfrenta la que podría ser la recesión más prolongada desde la fundación de la República Federal en 1949.
La rápida desaceleración económica en Alemania es muy diferente a los problemas que aquejan a Estados Unidos o el Reino Unido, economías que están en medio de un proceso de desapalancanmiento tras un auge de diez años impulsado por el crédito, dicen los economistas. En cambio, los apuros de Alemania evidencian las consecuencias de depender demasiado de las exportaciones y consumir poco en casa.
"Alemania le sacó un gran provecho al boom global en la demanda de bienes de capital, pero no es una economía que haya desarrollado un motor local de crecimiento", anota Jacques Cailloux, economista para Europa de The Royal Bank of Scotland, en Londres.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó ayer previsiones sombrías para los países industrializados. Las 30 economías más avanzadas que son miembro del instituto intergubernamental con sede en París se achicarán en general 0,3% el próximo año, dice la OCDE.
La economía de EE.UU. se contraerá 0,9% en 2009; la de Japón, 0,1%, y la de la zona euro, 0,5%, señala el organismo. Sorprendentemente, el futuro de Alemania es el que aparece como el más pesimista de Europa, en vez de uno de los más prometedores.
Hace apenas unos meses, los alemanes estaban convencidos de que su economía, basada en la manufactura tradicional y relativamente poco enfocada en la innovación financiera, les daba una mejor oportunidad de sobrellevar la crisis global.
A principios de año, cuando la burbuja inmobiliaria empezó a perder presión en EE.UU. y el crecimiento se enfrió, los mercados emergentes como China siguieron devorando los bienes de capital de Alemania, manteniendo la salud de su economía. Ahora, esta dependencia de las exportaciones se ha convertido en el talón de Aquiles del país.
Muchos bancos alemanes invirtieron en el extranjero en valores ligados a hipotecas estadounidenses y otros activos riesgosos. El mes pasado, la crisis bancaria internacional obligó al gobierno alemán a lanzar un plan de rescate de 500.000 millones de euros.
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