El equipo económico del presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, seguirá adelante con un oneroso plan de estímulo económico, a pesar de haber heredado el mayor déficit fiscal desde la Segunda Guerra Mundial.
El próximo gobierno está convencido de que es más probable que los inversores internacionales financien al gobierno estadounidense si ven medidas drásticas para salir de la recesión. Asimismo, creen que los costos potenciales de actuar con un exceso de cautela son mayores que los peligros de que el aumento del déficit fiscal dispare las tasas de interés.
Obama y sus principales asesores económicos confrontaron el miércoles las proyecciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO por sus siglas en inglés), que indican que el déficit federal alcanzará $1,2 billones (millones de millones) en el año fiscal que termina el 30 de septiembre. Tal cifra haría añicos el récord nominal de $455.000 millones establecido en el año fiscal 2008. El déficit fiscal, que ascendería al 8,3% del Producto Interno Bruto, también eclipsaría el récord de posguerra de 6% en 1983.
El miércoles, Obama prometió atacar el aumento del gasto en programas como la Seguridad Social y el plan de cobertura médica Medicare. El mandatario electo prometió presentar los programas específicos que eliminará, cuando revele su primer plan presupuestario el próximo mes.
A lo largo de la próxima década, la CBO pronostica que el gobierno federal acumulará más de $3,1 billones en deuda adicional. A corto plazo, el gobierno enfrenta una abrupta caída de $166.000 millones en la recaudación tributaria en comparación al año pasado. Los ingresos provenientes de los impuestos a las empresas, por ejemplo, bajarán 27%, según los cálculos de la CBO.
El gasto, por otra parte, crecerá este año en casi $622.000 millones. Más de la mitad de ese crecimiento corresponde al fondo de rescate de Wall Street y la absorción por parte del gobierno de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac. El seguro de desempleo aumentará a $79.000 millones de los $43.000 millones del año pasado.
La deuda total no incluye el plan de estímulo, estimado en $775.000 millones, pero que probablemente aumentará antes de que sea aprobado por el Congreso. Las proyecciones de la CBO también asumen que todos los recortes de impuestos del presidente George W. Bush vencerán en 2010 como estaba planeado, aunque Obama ha prometido extenderlos, excepto los que afectan a las familias que ganan más de $250.000 al año. Las cifras también suponen que el Congreso permitirá que el impuesto mínimo alternativo (AMT, por sus siglas en inglés) siga creciendo. El AMT entró en vigencia en 1969 como una forma de que los súperricos pagaran impuestos sobre las ganancias, pero afecta cada vez más a la clase media.
Extender los recortes de impuestos de Bush y mantener bajo control el AMT al ligarlo a la inflación agregaría otros $761.000 millones a la deuda.
En recesiones pasadas, el alza del déficit fiscal ha sido alimentada por una espiral alcista. El Tesoro tiene que emitir más bonos del gobierno. Para atraer compradores, las tasas de interés aumentan, con lo que el gobierno debe pagar intereses más altos lo que, a su vez, infla el déficit fiscal. Este año, se espera que los pagos de interés federal se desmoronen más de 20%.
Eso ocurre porque gobiernos extranjeros, los inversionistas y los ahorristas están guardando su dinero en bonos del Tesoro estadounidense. Los asesores de Obama creen que lo seguirán haciendo hasta que la economía se recupere.
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