Una nueva ola de proteccionismo cobra forma en todo el mundo y podría provocar más daño a las economías más golpeadas por la crisis.
Varios sectores empiezan a hacer cola en Beijing, Bruselas y Washington en busca de protección contra las importaciones. Eso también ha ocurrido en otros períodos de desaceleración, pero esta vez las restricciones pueden ser más perjudiciales debido a la naturaleza global de la crisis económica.
La predilección actual por lanzar grandes paquetes de estímulo fiscal también puede ir asociada al proteccionismo, a medida que cada país busca asegurar el beneficio de sus industrias. Los demócratas en el Congreso de EE.UU. y sus aliados tratan de imponer cláusulas que sólo permitirían la inversión en firmas estadounidenses. Esta postura ya empieza a generar reclamos de parte de las autoridades europeas.
La protección comercial puede agudizar los problemas económicos y ahogar un potencial motor de crecimiento en momentos en que el consumo y la inversión están en franco declive a nivel global. El Banco Mundial prevé que el comercio global se contraerá 2,1% este año, el primer declive desde 1982.
Aunque los acuerdos de libre comercio han reducido ampliamente los aranceles, no han hecho mucho para combatir el proteccionismo. Bajo las reglas de la Organización Mundial de Comercio, los países establecen niveles arancelarios formales, que suelen ser bastante altos, y luego aplican aranceles más bajos. Esa estrategia les da margen de maniobra para elevar los aranceles sin violar las reglas de la OMC.
Ecuador, por ejemplo, anunció un alza generalizada de aranceles en varios sectores, aumentando los impuestos sobre algunos tipos de carne importada de 25% a 85,5%. India aumentó los aranceles sobre el acero, mientras Rusia, que no es miembro de la OMC, elevó los aranceles sobre los autos importados.
Las industrias también han empezado a recurrir a acciones legales contra sus competidores que cuentan con determinados tipos de subsidios de sus gobiernos o que practican el dumping, o sea, que venden sus productos por debajo de los precios de mercado. Cuando un gobierno aprueba una queja, impone aranceles prohibitivos. Las represalias, a menudo, no se dejan esperar.
La idea era que la integración de la economía global dejara obsoletos los casos de dumping. Si una siderúrgica tiene plantas en EE.UU., India y Brasil, dice la teoría, no participaría de casos de dumping por temor a que alguna de sus fábricas fuera afectada. En la práctica, sin embargo, puede ocurrir lo contrario. Según un funcionario de la OMC, los casos de dumping se han vuelto potencialmente más fuertes ya que esa misma siderúrgica ahora puede entablar quejas en los tres países contra un rival.
Según la última encuesta de la OMC, 16 países iniciaron 85 procedimientos antidumping durante el primer semestre de 2008, comparado con 61 investigaciones en 2007. La cifra debería registrar un aumento acentuado porque la crisis económica se profundizó en el segundo semestre del año pasado.
Otros países han hallado otras formas de bloquear las importaciones. Indonesia exige que los importadores obtengan licencias especiales como una forma de controlar la importación de vestuario, calzado y electrónicos. México ha amenazado con prohibir el ingreso de algunos tipos de carne de EE.UU., una medida que los productores estadounidenses consideran una represalia contra las nuevas reglas que exigen que la carne importada a EE.UU. lleve un sello que identifique el país de origen.
Buena parte del paquete de estímulo del presidente electo Barack Obama podría excluir a las empresas extranjeras sin violar las normas de la OMC. El Congreso, asimismo, es un defensor de ese plan. El rescate de las automotrices fue desarrollado de tal forma que excluye en gran medida a las automotrices extranjeras, lo que ha provocado las quejas de la Comisión Europea. Los legisladores están estudiando un programa de infraestructura de US$85.000 millones que requeriría que el acero, el hierro y los bienes manufacturados que se usen en los proyectos sean producidos en EE.UU.
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