En este caso parece que la historia está abocada a repetirse. La rentabilidad exigida al bono portugués a 10 años roza ya el 8%, un nivel que antes habían tocado ya Grecia e Irlanda. Días después de alcanzar esta barrera, ambos estados tuvieron que solicitar el temido rescate. Es decir, se vieron obligados a asumir dolorosos recortes que no habían fijado anteriormente a cambio de recibir importantes préstamos bilaterales concedidos por el Fondo de Estabilidad de la UE y el FMI. La pregunta que surge ahora es, ¿cuándo se anunciará?
Si se toma como modelo el caso griego, la solución podría llegar de forma inminente. El primer ministro heleno, Yorgos Papandreu, decidió solicitar la activación del mecanismo de rescate el 23 de abril de 2010, justo dos días después de que su prima de riesgo alcanzase el 8,093%.
El caso de Irlanda tampoco insufla mucho optimismo. Desde que el gobierno de Dublín anunciase que requería de un auxilio financiero, el interés a pagar tampoco ha parado. El 10 de noviembre la deuda del país británico ya cotizaba al 8,6%. 13 días después Brian Cowen, primer ministro del país, anunciaba un duro plan de ajuste a cambio de recibir 80.000 millones de euros para reestructurar su sistema financiero.