Con esta decisión, la calificación de riesgo a largo plazo de Rusia queda en BBB, a dos pasos de caer por debajo del grado de inversión -a partir de BB se considerarían bonos basura- y, además, la perspectiva futura de este rating es negativa, en opinión de Standard & Poor's, lo que parece apuntar a nuevos recortes en un futuro no muy lejano.
Este recorte pone un final abrupto a la década prodigiosa que había vivido Rusia desde 1999. En enero de ese año fue la última ocasión en la que S&P empeoró la nota de crédito de Rusia. Tampoco Fitch ni Moody's, las otras dos grandes agencias de rating, han rebajado ninguna vez la calificación del país: el último cambio a la baja de ambas data de agosto de 1998.
Caída de las reservas de divisas
La fragilidad de la economía rusa y la debilidad de la cotización del rublo son las dos causas principales de la decisión de Standard & Poor's.
Rusia ha gastado en los últimos meses fuertes cantidades de euros y dólares para intentar sostener su moneda local y Vladimir Putin, primer ministro, insistió la semana pasada en que seguiría haciéndolo si fuera necesario.
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